Semana del 21 al 25 de abril de 2025
¡Buenos días! Antes de comenzar la oración de la mañana, es buen momento para situarse en el medidor emocional... ¿Cómo te sientes hoy?
ORACIÓN POR EL PAPA FRANCISCO
Hoy
vamos a rezar todos juntos por una persona muy importante para toda la Iglesia:
el Papa Francisco. Él era como un “padre grande” que cuidaba de todos los
cristianos del mundo. Siempre hablaba de Jesús, de la paz, del amor, de cuidar
a los demás…
El
lunes fue al cielo, y queremos darle las gracias por todo lo que nos enseñó.
(Dibujamos
un corazón en la pizarra y escribimos en su interior la palabra GRACIAS)
Hoy queremos dar gracias a Papá Dios por el Papa Francisco, y por todo lo que nos enseñó. Gracias, Papa Francisco, por querernos tanto.
Lo hacemos con esta oración (podemos leerla en voz alta para que los niños repitan después cada frase):
Jesús, hoy rezamos
por el Papa Francisco.
Gracias
por todo lo que nos enseñó.
Gracias porque hablaba
siempre de tu amor.
Llévalo contigo al cielo
y cuídalo mucho.
Haz
que nunca olvidemos sus palabras
y
todo lo que nos enseñó.
Proponemos
que, en algún momento de la semana, antes del comienzo de la oración de la mañana
y con el objetivo de trabajar la interioridad, realicemos estas dos propuestas:
La primera es una relajación. Podemos poner música tranquila mientras llevamos a cabo esta relajación:
Podemos
colocarnos sentados con la columna vertebral recta, los brazos relajados y los
hombros hacia atrás. Ponemos las manos sobre los muslos, en posición de
meditación. Cerramos los ojos y respiramos profundamente… Sentimos cómo entra
el aire al inspirar y como sale al espirar… Inspiramos profundamente y
espiramos con calma, sin realizar ningún movimiento.
Inspiramos.
Mientras dura la inspiración, elevamos el brazo derecho lateralmente hasta
ponerlo a la altura del hombro y paralelo al suelo. Notamos el estiramiento que
va desde la axila hasta los dedos de la mano. El otro brazo permanece pasivo y
relajado. Espiramos muy lentamente, haciendo descender el brazo lateralmente
hasta adoptar la posición inicial. (Realizar el ejercicio con el mismo brazo
durante 5 respiraciones)
Cambiamos al
brazo izquierdo y realizar la misma actividad durante 5 respiraciones.
Finalmente,
realizamos la misma dinámica, alternando, una vez con el brazo derecho, otra
con el izquierdo. Realizar 10 veces el ejercicio. Recordar que el brazo que no
actúa permanece inmóvil.
Cuando
terminamos de realizar la respiración comentamos cómo nos sentimos y hacemos la
oración que elijamos para hoy.
En segundo lugar, proponemos otra relajación:
Siéntate o túmbate cómodo con
los ojos cerrados. Respira de forma natural, fijándote en las sensaciones que
experimentas al inspirar y al espirar. Imagina que hay una estrella en el cielo
solo para ti. Tú eliges su aspecto: puede ser del color y tamaño que prefieras.
Vamos a sentir la calidez de la estrella en diferentes partes de nuestro
cuerpo. A medida que la luz de la estrella comienza a brillar en tu frente,
siente cómo esta va relajándose. A
continuación, imagina que su luz brilla en tus hombros... brazos... manos...
pecho... ombligo... piernas... tobillo... y pies. Y, finalmente, imagina que
todo tu cuerpo se relaja con el calor de la estrella. Cuando
terminamos de realizar la relajación comentamos cómo nos sentimos y hacemos la
oración que elijamos para hoy.
LECTURA: EL SEPULCRO VACÍO (cf. Jn. 20, 1-9)
Habían pasado tres días desde
que Jesús murió. Y una mañana, tan temprano que aún era de noche, María Magdalena fue a donde lo habían enterrado. Iba como a veces van las personas al cementerio, para rezar, para despedirse de su amigo, para llorar un poco porque estaba triste.
Pero Jesús no estaba enterrado como enterramos hoy a las personas. En su época los ponían como en unas cuevas que llamamos sepulcros, y la puerta del sepulcro era una roca enorme muy pesada y difícil de mover.
Al llegar, María vio que esa losa del sepulcro de Jesús
estaba apartada. Le dio un susto tremendo, y como no sabía si entrar o qué
hacer, se fue a buscar a otros amigos de Jesús. Al llegar donde estaban Pedro y
Juan, dos de sus mejores amigos, les dijo: «Creo que alguien se ha llevado el
cuerpo de Jesús a algún sitio que no sabemos» (porque ella aún no se imaginaba
que Jesús pudiera estar vivo).
Los dos amigos de Jesús empezaron a correr. Juan, que era
más joven y estaba más delgado, iba muy rápido. Juan miró desde la puerta, y se
quedó sorprendido porque las vendas con las que habían envuelto el cuerpo de
Jesús estaban tiradas en el suelo. Cuando llegó Pedro se atrevió a entrar, y
vio las vendas en el suelo y otra tela con la que habían cubierto la cabeza de
Jesús, bien doblada. Juan entró también. Y allí empezaron a comprender lo que
había pasado. Sintieron que nadie se había llevado el cuerpo de Jesús a otro
sitio, sino que estaba vivo. Y por fin entendieron lo que algunas veces les
había dicho de que al final resucitaría. Por eso empezaron a sonreír,
contentísimos.
CANCIÓN: ALELU, ALELUYA
por divertirnos,
por los amigos,
por el trabajo y el juego;
gracias porque nos cuidas con cariño,
aquí, en casa y en todas partes.
CUENTO: UNA GALLINA EN LA AZOTEA
TÚ ESTÁS VIVO
¡Jesús, tú estás vivo!
No como
vivías en Galilea,
con tus
amigos.
Entonces sólo
la gente que te
encontraba,
podía
hablarte.
Ahora todos
podemos
y somos
felices por ello.
¡Gracias
Jesús!